Trabajo Social Comunitario, ¿una profesión de riesgo?
Las agresiones a profesionales del trabajo social no son nada nuevo, pero a día de hoy parecen ir en aumento; por ello, se demandan soluciones para garantizar su seguridad.
Trabajo Social Comunitario
El área de Servicios Sociales Comunitarios es la puerta de acceso al sistema. Los profesionales de trabajo social que desempeñan funciones en este ámbito, se encuentran con personas usuarias que ya no tienen nada que perder. La frustración les lleva a usar la fuerza como único medio para obtener lo que desean/necesitan. LAS AGRESIONES NUNCA SON JUSTIFICABLES.
Las trabajadoras/es sociales somos consideradas las responsables de que una ayuda no llegue, de que sea insuficiente o que X persona no cumpla determinados requisistos. Somos la cara visible de un sistema incapaz de dar respuesta a una situación que en muchos casos desborda a los ayuntamientos. No somos vistas como lo que somos, intermediarias en una gestión. Por el contrario, somos quienes deciden a su antojo a quien “dar dinero” y a quien no. Esta situación desata súplicas, amenazas, gritos, llantos e incluso agresiones hacia una compañera o compañero. Tal como sucedió recientemente en Málaga.
¿Una profesión de riesgo?
En algunos centros, suele haber personal de seguridad para evitar confrontaciones; pero… ¿es suficiente?
Los datos muestran que no hay recursos humanos suficientes para proteger a los profesionales en el desempeño de su trabajo. Por ello, se está apostando por dotarles de un “botón del pánico” para paliar las agresiones. Consiste en una aplicación instalada en los ordenadores con la que, a través de una combinación de teclas por parte del trabajador afectado, saltará un mensaje en los dispositivos de los compañeros. En el SEPE está activo desde principios de 2016, en cuyas oficinas se ha reforzado la seguridad.
¿Se ha convertido el trabajo social comunitario en una profesión de riego? Según CCOO, “las agresiones no son nada nuevo, pero a día de hoy SÍ parecen aumentar en vez de disminuir”.
La realidad es que la crispación ciudadana está disparando la violencia en las oficinas de la Administración Pública y muchos profesionales comienzan a sentirse temorosos y a demandar una mayor defensa de sus derechos como trabajadores.