Nunca pensé que ser mujer pudiera ser un hándicap
En casa me dijeron muchas veces eso de “ten cuidado por dónde vas”, “no vuelvas a casa sola”, “si vienes tarde, no aparques lejos”. Yo siempre pensaba que eran cosas de mi madre que se preocupaba demasiado; y como en casa nunca hubo distinciones, nunca pensé que ser mujer pudiera ser un hándicap.
Un día que volvía a casa después de salir de fiesta descubrí que tenía miedo y no sabía por qué. Mi madre inconscientemente me había inculcado el miedo a ir sola a casa cuando era de noche. No le dije nada, sin embargo, al siguiente fin de semana, le pedí que no insistiera en que tuviera cuidado; ya que me generaba inseguridad. Ella comenzó a relajarse y yo a exigirme no tener miedo.
Lo cierto es que dejé de preocuparme y de sentir que era un riesgo el caminar sola de noche de vuelta a casa; aunque ello no significara que yo prefiriera ir acompañada o que dejaran de producirse ciertos momentos incómodos: grupo de chicos que te siguen, coches que desaceleran a tu paso, desconocidos que insisten en acompañarte… No era agradable; no me sentía alagada, ni subían mi autoestima ni me veía más guapa en el espejo por sus comentarios. Me sentía agobiada, temerosa e insegura. Para ellos era un juego, una broma, “lo normal” entre hombres cuando veían a una chica.
Hoy, desde la comodidad de mi mesa de trabajo, con la perspectiva que otorgan los años y las últimas trágicas noticias, me siento molesta e indignada. ¿Por qué a ellos nadie les dijo: no intimides a las mujeres, no las persigas, no toda mujer que camina sola busca sexo? Quizás si alguien les hubiera dicho esas cosas, como a mí un día me inculcaron el miedo, a ellos les hubieran inculcado el respeto.
Redacción: Annabel Navarro
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