La necesaria IN-tolerancia de los tolerantes
La paradoja de la tolerancia
Karl Popper fue un filósofo y escritor austro-británico autor de «La paradoja de la tolerancia«; la cuál se enmarca dentro de la teoría de la decisión. Esta teoría analiza cómo elige una persona aquella acción que, de entre un conjunto de acciones posibles, le conduce al mejor resultado dadas sus preferencias.
Popper decía que:
Si extendemos la tolerancia ilimitada aun a aquellos que son intolerantes; si no nos hallamos preparados para defender una sociedad tolerante contra las tropelías de los intolerantes; el resultado será la destrucción de los tolerantes y, junto como ellos, de la tolerancia.
O dicho de otra manera… Si permitimos que los intolerantes se escuden en el concepto de tolerancia (el cual no aplican, pero exigen) y del respeto de sus ideas, por ser un valor de la sociedad democrática en la que vivimos (y no defienden); aquellos que luchan realmente por la tolerancia habrán perdido la batalla.
La IN-tolerancia de los tolerantes
En los últimos tiempos las personas más intolerantes se justifican de poder decir / hacer lo que les venga en gana contra los demás. Utilizan un réplica recurrente. «Tan tolerante que eres, ¡respétame!«. Curioso, muy curioso, por no decir algo peor.
Como profesionales del trabajo social, nuestras acciones deben estar encaminadas hacia un fin. Garantizar los derechos humanos y propiciar el bienestar de los ciudadanos. Y esa defensa, esa lucha, no puede pasar por permitir que los intolerantes nos ganen la batalla; dejándoles difundir el odio, la violencia y el sufrimiento. Porque hay límites que no podemos permitirnos pasar como es dejar que aquellos que no han aprendido el verdadero significado del respeto lo usen contra nosotros.
Parafraseando a Popper, la IN-tolerancia se convierte en nuestra mayor arma para no darles tregua a los que no son capaces de darla. Pero… ¿somos capaces de no cruzar la línea roja que nos convierte en seres tan depreciables como los otros? He ahí la clave.