La demonización del feminismo: el estigma a eliminar
En los últimos tiempos es común leer críticas sobre el feminismo; como si ser feminista fuera tener una talla determinada, una higiene personal peculiar, ser una amargada y poseer un profesado odio por todos los hombres del mundo. Si a esto le añadimos que cada denuncia que cualquier grupo feminista hace es mirada con lupa y juzgada, la cosa no pinta bien.
Feminismo, algo de mujeres y hombres
El feminismo es un movimiento inclusivo que busca el empoderamiento de la mujer con el fin de alcanzar la paridad entre hombres y mujeres, y romper con los estereotipos impuestos por el patriarcado; «normas establecidas» que perjudican tanto a hombres como a mujeres.
Estos cánones también pasan por determinar cómo debe ser nuestro físico. Poseer un cierto peso, determinada talla de sujetador u ocultar nuestras canas; porque, oye, si eres hombre tus canas serán símbolo de madurez y sabiduría, pero si eres mujer… la cosa cambia. Por otro lado, existe la idea de que el machismo no afecta a los hombres; claro, porque si un hombre es sensible, no le gusta el fútbol y sabe combinar colores… nadie le preguntará si es homosexual, ¿verdad?
Las mujeres somos bellas con la talla 34, 36, 38 o 48; no tenemos que sentirnos culpables por nuestro peso ni marginadas por disfrutar comiendo; pero tampoco por querer cuidarnos. Tener canas o teñirnos. Jugar al futbol o preferir coser. ¿Qué más da? Uno de los principios del feminismo es que la mujer sea dueña de su vida, de su cuerpo, de su tiempo y de sus decisiones. Respetemos la libre elección y luchemos por mostrar que hay más de una alternativa.
El estigma
Lo que más me molesta del asunto y de los numerosos comentarios al respecto, es la demonización del concepto y cómo se malinterpreta y da un uso incorrecto; algo que no sólo afecta a la esencia del movimiento sino al logro de la igualdad real y efectiva entre mujeres y hombres.
“El antónimo de machismo, NO es feminismo; es hembrismo”
El mayor logro del machismo es hacernos creer que el feminismo ya no es necesario, es pernicioso, atenta contra la dignidad de los hombres; y que la igualdad está ya alcanzada. No contribuyamos a su campaña de desprestigio enturbiando los valores del feminismo ni subiéndonos al carro de la demonización. Vetemos la palabra feminazi, cuando hablamos de «machismo femenino» o del feminismo «radical» cuando lo realmente adecuado es decir hembrismo (misandria). No usemos contra el feminismo, los instrumentos que el machismo usa para atacarlo porque contribuimos a que el fondo del feminismo se desdibuje.
El feminismo ha obtenido muchos logros, sí; pero una de sus asignaturas pendientes es reivindicar lo que es y lo que no es; y no permitir que se demonice, criminalice o se asuma que ya no es necesario.
Redacción: Annabel Navarro
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